FONO2025
Fotonoviembre.jpg

TEA presenta Fotonoviembre 2025, bienal que explora la dimensión experiencial de la imagen contemporánea

13 noviembre, 2025

Sergio Rubira destacó el esfuerzo que supone para un museo como TEA organizar un festival como éste, con dieciocho sedes. “La vocación de Fotonoviembre es territorial, se lleva por toda la Isla”, apuntó el director artístico de TEA. En este sentido, valoró y agradeció el trabajo realizado tanto por el personal del museo como por todos los artistas que dan vida a esta bienal así como a las diferentes instituciones que colaboran con la bienal. Además de la exposición que podrá verse en TEA hasta el 22 de febrero, El vértigo de las imágenes, la bienal se compone de otras secciones: Artistas en Selección, Atlántica Colectivas, Focus y Programas públicos.

Marta Dahó Masdemont reconoció que es “un honor y un desafío plantear una exposición en este espacio arquitectónico tan increíble”. La idea principal de El vértigo de las imágenes, en la que participan 36 artistas, gira en torno al desafío de seguir pensando en la fotografía y en lo fotográfico en un contexto como el actual, marcado por la circulación masiva de productos visuales que imponen visiones cada vez más estandarizadas de la vida, y por otra parte, de un protagonismo cada vez mayor de la inteligencia artificial que está revolucionando el mundo tal y como lo conocemos”, avanzó la comisaria sobre esta muestra que “se interroga sobre el lugar que ocupan las imágenes”.

Esta exposición -añadió- también “reivindica el potencial crítico de las imágenes para generar diversidad frente a lo normativo, para levantar preguntas e interrumpir lo que se da por sentado”. Señaló que la muestra se alinea con las contribuciones de la filósofa Andrea Soto Calderón, que habla de “la fuerza performativa de las imágenes”, de su fuerza productiva, “tener la capacidad de abrir posibilidades en el pensamiento y en la imaginación”. “Este proyecto expositivo reivindica los procesos que configuran las imágenes para generar diversidad frente a lo normativo, algo imprescindible para contrarrestar la imposición de los imaginarios predominantes que se mueven en una única dirección”, concluyó.

El vértigo de las imágenes reúne a figuras históricas y contemporáneas que han marcado el pensamiento visual como Teresa Arozena, Ismaïl Bahri, Eline Benjaminsen y Dayna Casey, Bleda y Rosa, Patricia Dauder, Erik Estany Tigerström, Max de Esteban, Carla Filipe, Lee Friedlander, Marina Gadonneix, Paul Graham, Guido Guidi, Linarejos Moreno, Man Ray, Joana Moll, Pilar Monsell, Julia Montilla, Silvia Navarro Martín, Mabel Palacín, Joel Peláez Amador, Pérez y Requena, Aleix Plademunt, Lúcia Prancha, Xavier Ribas, Lotty Rosenfeld, Laia Serra Cribillers, Larry Sultan y Mike Mandel, Damián Ucieda, Oriol Vilapuig, Werker Collective y Tobias Zielony.

Dalia de la Rosa, comisaria de Artistas en Selección y Atlántica Colectivas, se centró en explicar las distintas muestras de estas secciones y reconoció que hacer la selección de los trabajos fue realmente difícil dada la gran calidad de los trabajos presentados. “Artistas en Selección ha sido un encuentro muy fructífero y muy interesante, ya que de alguna manera los trabajos han podido vertebrarse a través de una conversación pero también han tenido un carácter aterrizado en la arquitectura que los acoge”, indicó sobre esta sección abierta a la participación de artistas que utilizan la fotografía, la videocreación, o la instalación de fotografía y/o videocreación como medio de expresión y que en esta edición presenta Mato Grosso, de Raquel Bravo; Endémico, de Daniel L. Fleitas; huí jiā, de Yun Ping Li; La Bellaventura/The Beautyfate, de Almudena Lobera; y Untitled Folder, de Laia Serra.

En cuanto a las exposiciones de Atlántica Colectivas estas parten de la certeza de que todo gesto, imagen o práctica deja huellas: ocupa espacio, consume energía y se inscribe en cuerpos, objetos y territorios. Desde ahí, se despliegan en dos direcciones. Actos que pesan aborda cómo las obras evocan situaciones concretas que inciden en lo social, histórico y ecológico. El espesor entiende la imagen como superficie de inscripción, donde se sedimentan memorias y conflictos. Ambas propuestas reflexionan sobre paisaje, territorialidad, extractivismo, turismo, colonialidad y crisis ecosociales, evidenciando la interrelación entre desgaste y posibilidades de reparación en términos de identidad, corporalidad y vínculos simbióticos.

En Focus, sección que está constituida por un total de trece muestras. Mientras que dentro del programa público de Fotonoviembre se llevará a cabo un programa de conferencias y mesas redondas titulado El trabajo de las imágenes. Prácticas y desplazamientos, con la participación de Mabel Palacín, Eline Benjaminsen y Dayna Casey, Tobias Zielony, Silvia Navarro Martín, Joel Peláez Amador, Laia Serra Cribillers, Oriol Vilapuig y Marta Dahó Masdemont; el taller Werker Collective. Estrategias artísticas de improductividad, a cargo del Grupo de Estudio Contra el Trabajo; y el encuentro Tramas de lo real, a cargo de Xavier Ribas y Cabello/Carceller.

Además de en el museo TEA, la bienal -que tiene como misión principal posibilitar y difundir una amplia reflexión en torno a la imagen como medio de expresión, comunicación y participación cultural- se desarrollará en el Museo Municipal de Bellas Artes (Santa Cruz de Tenerife), la Sala de Arte Contemporáneo (SAC) (Santa Cruz de Tenerife), Agüita Arte Contemporáneo (Santa Cruz de Tenerife), Galería Bibli (Santa Cruz de Tenerife), Galería Leyendecker (Santa Cruz de Tenerife), Sala de Arte Parque García Sanabria (Santa Cruz de Tenerife), Fundación MAPFRE Canarias (La Laguna), Sala de Arte del Instituto Canarias Cabrera Pinto (La Laguna), Sala de exposiciones El Sauce (La Laguna), la Facultad de Bellas Artes. Universidad de La Laguna (Salón de exposiciones), el Museo de Historia y Antropología de Tenerife (La Laguna), la galería Artizar (La Laguna), el Aula Cultural de Fotografía de la ULL (para actividades del programa público), la Casa de la Cultura (Los Realejos), la Casa Doña Chana (La Orotava), el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW) (Puerto de la Cruz) y el Centro Cultural San Isidro (Granadilla de Abona). Cabe destacar que una de las muestras viajará en enero hasta la Sede Institucional Fundación MAPFRE Canarias (Las Palmas de Gran Canaria).

Fotonoviembre 2025, patrocinado por la Fundación Mapfre Canarias, cuenta con la colaboración de la Fundación Lotty Rosenfeld, del Institut Ramon Llull, Casa Lituana, Mondriaan Fonds, Valencia photo, Museo Nacional de Arte M.K. Čiurlionis, Agüita Arte Contemporáneo, de los ayuntamientos de Granadilla de Abona, La Orotava, Los Realejos y de Santa Cruz de Tenerife, la Colección Ordoñez-Falcón de fotografía (COFF), las galerías Artizar, Bibli y Leyendecker, el Gobierno de Canarias, el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHCAN), el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl, MACEW, el Museo de Bellas Artes Santa Cruz de Tenerife, el Museo de Historia y Antropología de Tenerife-Casa Lercaro, el Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC), SINPROMI Sociedad Insular para la Promoción de las Personas con Discapacidad S.L. y la Universidad de La Laguna-Facultad de Bellas Artes.

El vértigo de las imágenes

En una época que no cesa de anunciar su fracaso y de reiterar que nos hemos quedado sin futuro, sin un fundamento estable donde asentar una vida social o un ecosistema del que formar parte sin fragilizarlo, la sensación de estar al borde del colapso se ha vuelto una condición casi estructural. Este estado de inquietud no solo atraviesa nuestras formas de vida, sino que impregna también el modo en que nos relacionamos con las imágenes. ¿Qué lugar ocupan hoy en esta compleja trama de experiencias? ¿Qué posibilidades nos ofrecen para pensar lo que está ocurriendo, más allá de sus complicidades con los nuevos sistemas de producción?

Si bien en los últimos años la circulación masiva de los productos visuales se ha visto intensificada por dispositivos que promueven la estandarización y el consumo acelerado, no por ello han perdido su potencial crítico, su capacidad para plantear preguntas o interrumpir lo que se da por sentado. A pesar de los intentos por reducirlas a flujos algorítmicos o vectores de vigilancia, las imágenes se resisten a ser clausuradas en una función representacional o utilitaria. Aunque, sin duda, nos sitúan ante nuevos desafíos; en particular en el campo de la fotografía.

La proliferación de imágenes generadas por sistemas computacionales o por modelos generativos de inteligencia artificial está borrando cualquier frontera nítida entre lo fotográfico, lo digital y lo simulado. Pero si algo ha caracterizado históricamente a este medio es su condición liminal: nunca ha sido el resultado de una única tecnología, sino un campo expandido en constante reformulación. Por este motivo, más que preguntarnos qué es la imagen, tal vez sea más urgente indagar en qué hace la imagen, cómo actúa, cómo nos implica.

Este nuevo escenario nos obliga a reconsiderar no solo nuestros modos de percepción y entendimiento, sino también las formas en que las imágenes nos interpelan, nos afectan y nos vinculan con el mundo. En diálogo con estos desplazamientos contemporáneos, resulta pertinente volver la mirada hacia las estructuras históricas que han modelado nuestra comprensión visual.

El relato canónico del arte y la fotografía ha privilegiado, tradicionalmente, una lógica de lectura y decodificación: la imagen como algo dispuesto ante el ojo del espectador para ser interpretado. Sin embargo, a lo largo de las últimas dos décadas, múltiples voces provenientes de la filosofía y de las prácticas artísticas coinciden en resituar la noción de imagen liberándola de su reducción a objeto, representación o evidencia de lo visible. Desde este punto de vista, las imágenes definirían un campo de exploración, un proceso de pensamiento sensible de carácter relacional cuya fuerza sísmica desborda todo acotamiento demasiado restrictivo.

Atender al vértigo de las imágenes, como propone esta exposición, no pasa por trazar una suerte de recorrido temático. Por el contrario, los proyectos que la articulan activan otras maneras de mirar, de imaginar y de estar con las imágenes, para, desde ahí, revisar críticamente la experiencia que conforma nuestra relación con ellas, sin obviar las complejidades que pautan su condición en la actualidad. La invitación es, pues, a explorar cómo las imágenes configuran lo visible y lo pensable, reconociendo su fuerza para desestabilizar lo que se presenta como natural o inevitable.

En este sentido, la propuesta curatorial responde al desafío de seguir pensando en la fotografía y lo fotográfico, aunque sin la limitación que supondría circunscribirse a una modalidad específica o centrarse exclusivamente en su dimensión técnica más reciente. Partiendo del carácter vinculante que caracteriza a las imágenes, y al hilo de las argumentaciones desarrolladas por la filósofa Andrea Soto Calderón, la exposición se organiza en torno a un conjunto de trabajos que, desde distintos enfoques y zonas de interés, contribuyen a desplazar la noción de imagen de una dimensión objetual a otra experiencial y performativa. Como apunta Soto Calderón, no vemos las imágenes como vemos los objetos, sino a través de ellas. No obstante, la importancia capital de este desvío no ha sido todavía suficientemente destacada.

En este marco, el vértigo que da título a la exposición no remite únicamente a una sensación subjetiva, sino a una condición estructural: la de una cultura visual sometida a velocidades insostenibles, a una producción de imágenes pensada para máquinas antes que para cuerpos, cuya implantación exponencial y creciente sofisticación está mermando la agencia que pueda ejercerse respecto de su uso. A su vez, afrontar ese vértigo conlleva tomar posición; no solo ante su declive, sino también en su contingencia.

Si resulta prioritario abordar esta consideración se debe a que señala el punto exacto donde se pone en juego el impulso para seguir imaginando, para gestar nuevas posibilidades allí donde están siendo negadas. Más allá de su diversidad, cada uno de los proyectos aquí reunidos pone en movimiento la potencia formativa de las imágenes. Lo hacen a través de gestos que instituyen una libertad arrebatada, de reensamblajes que alteran el flujo habitual de imágenes o con escenas que propician la acogida de lo que no ha sido tenido en cuenta, desplazándose hacia los bordes de lo visible, donde la imaginación puede desenvolverse con mayor libertad.

Si estas perspectivas defienden la capacidad de las imágenes para abrir espacios de atención sensible no previstos, el planteamiento curatorial también incide en algunas aristas que subyacen a los sistemas de su producción. En lo que se refiere a las prácticas fotográficas o audiovisuales, no puede ignorarse que, por sus características técnicas, así como por aquello que implica la circulación y el almacenamiento de datos, participan de formas de explotación de recursos y extractivismos cuyo impacto ecosocial es cada vez más grave.

A este respecto, El vértigo de las imágenes problematiza situaciones de interdependencia crítica. No solo para recalcar que los medios digitales tienen sus propias materialidades, sino también porque sus infraestructuras imponen condiciones de vida. Los síntomas del vértigo, múltiples y diversos, son la alerta que dirige nuestra atención a lo que acontece en el vórtice de las imágenes.

Texto: Marta Dahó Masdemont

Guía Fotonoviembre 2025.pdfDescargar